VAMOS A PRACTICAR LA LECTURA
CIENTÍFICA:
LA RADIACTIVIDAD
Uno de los grandes
descubrimientos de la historia de la ciencia ha sido, sin duda, el de la radiactividad.
Fue alrededor de 1896, por azar cuando el químico francés Henry Becquerel, que
por aquel entonces se dedicaba a estudiar las emisiones de rayos X de ciertas
sustancias fluorescentes, observó que algunas muestras de material de uranio
velaban las placas fotográficas al situarlas en sus proximidades.
Sin comprender del todo
en qué consistía el fenómeno, pensó que se trataría de una radiación invisible,
emanada de la citada muestra de uranio, a la que denominó radiactividad, nombre
propuesto por su discípula Marie Curie.
Por este importante
descubrimiento ambos científicos recibieron el Premio Nobel de Física en 1903.
Marie Curie, de origen
polaco, se encontraba en esas fechas trabajando con Becquerel y su esposo
Pierre Curie.
Marie Curie dedicó sus
esfuerzos al estudio de estas nuevas radiaciones y las sustancias que las
emitían. En 1898 descubrió dos nuevos elementos químicos: el polonio, al que
bautizó así en honor a su tierra natal, y el radio, del cual consiguió aislar
casi un gramo en estado puro, tras procesar toneladas de mineral,
lo cual le valió en 1911
el ser reconocida de nuevo con el Premio Nobel, esta vez de Química.
Hoy sabemos que la
radiactividad es un proceso en el cual tiene lugar la ruptura de un núcleo
atómico inestable de gran tamaño, como los isótopos uranio-235 o radio-226, entre otros. En este
proceso de desintegración se producen tres tipos de emisiones: la emisión α (alfa)
, formada por partículas que contienen dos protones y dos neutrones, la emisión
β (beta), formada por haces de electrones, y la emisión γ (gamma), que es una
radiación ionizante de alta energía, capaz de atravesar los tejidos con gran
facilidad y provocar la destrucción celular.
A partir de la segunda
mitad del siglo XX ya se conocía con bastante profundidad el fenómeno y los
científicos se afanaban en desarrollar aplicaciones tecnológicas. En 1943 se
puso en marcha en el estado norteamericano de Nuevo Méjico el laboratorio los
Álamos, dirigido por el físico Robert Openheimer,
con la finalidad de desarrollar la
primera bomba atómica, poderosa arma de destrucción que inició una nueva era en
la historia bélica
Pero afortunadamente son
bastantes más las aplicaciones de la radiactividad en la mejora del bienestar
de las personas. Entre ellas destacan las aplicaciones médicas, como al radioterapia
y al quimioterapia. En la primera, se irradian tejidos tumorales con la
finalidad de destruir las células cancerosas
En la segunda, se
administra al paciente un isótopo radiactivo que su organismo absorbe y provoca
la destrucción de ciertos tejidos de manera selectiva.
Otra de las grandes
aplicaciones es la producción de energía eléctrica en las centrales nucleares,
en las que se suelen utilizar los isótopos uranio-235 o plutonio-239 como
combustible.
El esquema de una central nuclear es
el siguiente:
Aquí aparecen los países
con mayor número de centrales nucleares en el año 2012
Durante el año 2010,
casi el 29% de la producción energética en la Unión Europea procedía de las centrales
nucleares